Nosotros también hablamos de ustedes (I) *

La viejita de San Telmo

Horas después del Gran Uruguayo y minutos antes del tercer Cuba Libre, la discusión giraba en torno a los minutos. Era eso lo que se debatía. Lo único que no podemos controlar es la velocidad con que se mueve el segundero.
“Son todas iguales, te comen, te comen, te comen… hasta que empiezan a disponer de tu tiempo; ves, eso es lo que disfruto ahora, mañana no tengo que ir a almorzar a la casa de la madre”, dijo el más eufórico de los oradores.
No fue una frase más de aquellos que quieren trasladar sus historias de sábanas a la mesa de un bar de Palermo. Era toda una declaración de principios; un enunciado que dejaba al descubierto las miserias de una relación que continúa tibia.
Algo sorprendidos y con la certeza de haber descifrado el mensaje, nos miramos con el tercer participante de la charla y asentimos. “Entonces vos no estabas feliz”, creo que le dije con seriedad. “No, son todas iguales”, insistió.
“Quieren que tus tiempos sean los de ella, y que los de ella sean tus tiempos. Te comen, te comen, te comen… son todas iguales”, me dijo y no sonrío. “Bueno, pero prefiero eso a que no me diga nada; la que no te jode es porque te está cagando”, le aclaré con el consentimiento expreso de aquel que sacaba la tarjeta de débito para hacerse cargo de la cuenta de la mesa.
“No Leo, son todas iguales”, me dijo. Antes de que comience la discusión política y después de El Pibe de los Astilleros, hubo alguien que sintetizó la noche: “Si es así, yo me voy con la vieja de San Telmo”.
…………………

La experiencia

“Yo aprendí mucho, se que en la próxima relación los límites los voy a poner yo. Por eso necesitas tener tres o cuatro relaciones en tu vida, sino cuando llegas a los 30 te agarra una mina y te da vuelta como una media”, dijo contradiciéndose sin darse cuenta.
“No, eso es cualquiera”, le respondieron. Yo sólo escuchaba y trataba de memorizar para luego venir a escribirlo acá. Igual, me parecía bastante ridículo lo que estaba escuchando.
Rápidamente asocié con el fútbol e hice un paralelo con la carrera deportiva de un joven, que hace todas las inferiores para años después debutar en primera.
“No, es una barbaridad; yo no me voy a poner de novio con cualquiera, para que me llame a las cuatro de la tarde para preguntarme si comí milanesa o pollito, con el único motivo de hacer experiencia”, me impuse.
“Te van a dar vuelta como una media. Te comen, Leonardo, te comen… son todas iguales”, repitió con los ojos brillosos.
Justo llegó el brasileño que nos atendía con tres vasos llenos que nunca me quedó claro quién los había pedido. Tras los típicos 30 segundos de silencio, se escuchó tímidamente: “No saben con quién volví”. Todos se rieron ávidos de escuchar el desarrollo de semejante declaración.

* Columna enviada por Leo, que generoso con la causa cada lunes nos hará entrega de sus reflexiones, debates internos y externos, pensamientos y contradicciones acerca del fin de semana y sus derivados. Esta, la primera, nos da una aproximación acerca de cómo es que ellos nos ven.