R.S.V.P

Últimamente prefiero los encuentros mano a mano que las reuniones multitudinarias. Exceptuando a mis amigos - la denominada "banda" - si me invitan a un lugar donde hay muchos desconocidos o gente conocida con la cual no comparto más que el saludo cordial que me hace una jóven educada, no la paso bien. Estoy en un tránsito donde prefiero estar con los de siempre, como siempre, y no concurrir a lugares donde, indefectiblemente, tenga que poner en práctica todo mi carisma y alegría, remar conversaciones, chistes y fingir caras de "no te puedo creer".

Noviembre es un mes complicado. Yo no sé si será la posición lunar, el haber leido el horóscopo por adelantado o simplemente que a esta altura del año llego agotada física y mentalmente. En cualquiera de los casos, odio los dos últimos meses del año donde tengo que concurrir a fiestas-eventos-actos-cenas-cafés y hacer sociales como si de verdad me importaran las otras personas en cuestión.

Puedo no ir, con lo cual debería escuchar a mi madre decirme "no fue para eso que te eduqué" o ir y hacer como hace el 99,9% de los hombres: a los 3 minutos de charla, piloto automático y a esperar...