Cuando era más jóven, menos independiente y tan consentida como ahora, mi
mamá me decía "
maru, tenemos* que ir al dermatólogo...mirá como tenés ese lunar en la espalda. Por qué no lo llamás? y yo instantáneamente me transformaba,
maldecía a todos esos santos en los que nunca creí ni voy a creer y le contestaba "
si, mamá, después lo llamo".
No había nada, pero nada eh!, que me pusiera de
peor humor que mi madre y sus recomendaciones clínicas con
papelito donde detallaba el número, el lugar y el nombre del médico. La historia terminaba siempre igual "
maru, te dije hace 10 días que llames al dermatólogo... tanto te cuesta hacer un llamado?" Y no es que me cueste, claro que no, simplemente que detestaba (y lo sigo haciendo) tener que llamar, arreglar cita para dentro de 4 días, e
indefectiblemente terminar olvidándome y clavando al doctor: así que terminaba hablando ella con la secretaria del doc y luego me pasaba
el parte de dónde, cuando y con quién. Si me acordaba iba, sino no y siempre el mismo círculo ahora con
i.v.a incluído "cómo que te olvidaste? pero mariana! sacaste turno hace tres días.. tantas cosas tener que no podés recordar que tenías un turno hoy hace tres horas?!?!?!"... je...
siempre me acordaba ese día pero 4 o 5 horitas pasada la tortura...
Mi madré se
resignó entonces nos sacaba turno a
dos de tres o a las tres juntas: si una tenía 16.40, la otra 17.15... ahí se aseguraba que mi hermana o mis hermanas me iban a llamar para combinar. Y ahi yo me daba cuenta que
no tenía escapatoria.
Más allá de la
angustia que me provoca el tema
médicos, "
me mostrás el carnet por favor?" del tono siempre amable de las secretarias y demases, hay algo en lo que era implacable y no lo negociaba bajo ningún punto de vista:
yo solo consumo especialistas hombres.
No es
joda, ni siquiera un
capricho. Mucho menos se relaciona con una
cábala. Pero siempre fui así... desde niña y hasta el día de hoy.
Mi ginecólogo es hombre.
Carlos Castells. "Carlos, tengo un problema: creo que tengo
sida y
no voy a poder tener hijos nunca", empiezo generalmente. Se rie, dice que le dan
ganas de matarme pero en el fondo
sé que soy su paciente preferida. Lo que no varía es la forma con la que me voy "
yo no quiero desandar tu kioskito con el laboratorio de los anticonceptivos, pero me sale más barato tener un hijo que comprarlas... no seas choto"... ya no se ríe y me dice que
no sea maricona...
Mi dermatólogo es hombre:
Luis Sevinsky. Y como me pongo en
bolainas para que me revise los lunares siempre le digo "T
e prometo que para la próxima me vengo con un conjunto de encaje rojo". Una vuelta me encontró un
quiste en un lunar tan particular que tengo en el pómulo derecho de mi cara. Después de
una hora de hacerle jurar que no iba a morir en la intervención y que solo me dejaba tocar por él, intentaba explicar que
me tenía que deribar al cirujano plástico, Maximiliano Pedro, porque él no operaba. Tan solo era diploma de honor en dermatología, de la facultad de Medicina de la UBA (lo sé porque lo tiene enmarcado en el despacho. Perdón, en el consultorio). El
informe en el recetario al Dc. Pedro terminó así: "
Doctor, le envío a la Srta Mariana Feuermann, con un quiste bla bla bla en el maxilar derecho bla bla bla. Ella va a decidir si se termina operando y tiene que prometer no hacerla doler". Je... me costó pero lo conseguí. Le dije que sin ese final no iría aunque me vengan a buscar con el FBI a mi casa. Mi madre sigue sin poder creer "
que tenga una hija tan pero tan boluda".
Mi odontólogo es hombre: Bruno Cerisola. Casado, dos hijos que estudian odontología, Matías y Gastón, y definitivamente,
el que peor la pasa cuando me toca a mí. Ya no tengo que explicarle mi
fobia, mi
angustia y mi
caída de lágrimas incontrolable. Tampoco el
porqué levanto la mano aunque no haya empezado a tratarme y la pregunta de siempre "
mirá si te quedás corto con la anestesia y me despierto en el medio de todo???". Es simple: cuando me tuve que sacar las
muelas de juicio - por suerte fueron solo dos - tiene que entrar la
enfermera a la que agarro del brazo y no suelto hasta que termina el calvario. Siempre interviene Bruno y me dice "
no te da verguenza, marian???... cuando vas a superar el trauma odontológico?... "
verguenza te debería dar a vos que estudiaste el arte de hacer sufrir a la gente"... y se ríe. Creo que soy su paciente
más hinchapelotas. La que claramente no me puede ni ver es
Vivi, que se fuma unos
30 minutos parada sin chistar y mi descarga de apretujones aunque no sienta nada.
Pediatra tuve hasta los veinti algo, y ahora,
mi médico de cabecera es infectólogo y un poco psicólogo porque cada vez que voy
lloro un poco. Se llama
Alberto Lambierto y quiero que se ponga de
novio con mi mamá. Para mi a él le gusta pero mi mamá dice "
marianaaa, no seas tonta, querés?".
Con las
guardias no tengo mucha historia. Llego, me acerco al mostrador y con mi mejor sonrisa digo "
que tal? vengo por el herpes que me acaba de cerrar el ojo... me dirías los nombres de los especialistas de turno, por favor?.. "si, claro...
juan perez, maría gomez y juana ruiz". "
Ok, espero a Juan Perez"... "Pero
Juan tiene dos pacientes antes que vos, como venís a la guardia no te lo puedo asegurar". "
No importa, tiempo me sobra, espero lo que sea necesario" Vuelvo a
sonreir,
le dejo el carnet y me voy a
sentar.
En el caso que sean todas minas, vuelvo al día siguiente o cuando me digan que de guardia está un masculino...
Después de todo, creo que en estas pequeñas cosas radica la diferencia entre la gente complicada y la gente con convicciones claras como yo...
*el plural delata que ella me acompañó a los médicos hasta hace un año y ahora, si alguna vez me sigue dando cosa ir sola, también lo hace.